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1 nov 2011

Relato

Abrí los ojos tumbado sobre una camilla, semiinconsciente, magullado por innumerables heridas y golpes. Una potente luz me deslumbraba, apenas si recordaba ni siquiera quien era y como había llegado hasta allí. Estaba inmóvil  agarrado por varias correas opresoras por todo el cuerpo semidesnudo. Vagamente empezaron a llegar mis recuerdos poco a poco como en oleadas. Mi nombre era Gregory Potekim, oriundo de Moscú, periodista de investigación para el diario Prevda. Una supuesta enfermera de aspecto siniestro se aproximó rápidamente proyectando una luz sobre mis ojos, abandonando rápidamente la lúgubre y fría sala en que me encontraba. No estaba muerto, no estaba en el más allá pero no sabía que hacía allí atado y con una cinta en la boca que me impedía hablar. Un nuevo recuerdo desembarco en mi mente. Hace pocos días mi periódico me había enviado a Ostrivh, una pequeña ciudad perdida en la Siberia Occidental, donde se estaban produciendo unas extrañas desapariciones....En una sala contigua escuche la voz, quizás de la enfermera de antes, diciendo: "Doctor Overinch, todo esta preparado". 
Ese nombre me resultaba familiar....Era el director del Centro de Investigaciones Psiquiatricas, había tenido una entrevista con él, un hombre desconcertante, de esos que provocan una extraña inquietud con su sola presencia....Un manojo de instrumentos metálicos fueron arrojados sobre un carrito de ruedas próximo a mi. Vi los ojos del Doctor Overinch fijarse sobre mi de forma imperturbable y en un tono que no sonaba nada bien dijo: "Veamos a ver, que experimento podemos hacer hoy". Mi angustia creció, mi  corazón se salía del sitio, intentaba moverme pero era inútil...Un nuevo recuerdo llegó, ayer había entrado en el archivo privado del Doctor y descubrí que era un impostor, un astuto y antiguo paciente psicótico que misteriosamente se había autoproclamado director del centro....

(Llegados a este punto se me plantean varios posibles finales para el relato, pero prefiero dejarlo abierto y que cada cual piense el que mas le satisfaga)

(Cualquier parecido con la realidad es pura casualidad)